En el año 1917 la Dirección de Obras Públicas de la
Municipalidad de Buenos Aires dirigida por el Intendente Joaquín Llambías
(1868-1931) elabora un proyecto donde 15 hectáreas en la zona de Puerto Nuevo
serian destinadas a la concentración de la actividad prostibularia. Pabellones
rodeados de bellos parques y jardines,
Encuadrado en una población creciente, el esquema
prostibulario de hace un siglo se exhibía evidente, ya que si bien en lo
arquitectónico llegó a su máxima expresión en la elaboración del Barrio
prostibulario también se ha manifestado con la plena dispersión geográfica, con
zonas de exclusión y hasta en sutilezas reglamentarias como la obligación de
teñir de rojo el botón de la campanilla en la puerta cancel.
En este espasmódico vaivén que deriva históricamente de la
falta de reglamentaciones y control, implementación de normas hasta el extremo
opuesto, el abolicionismo, fue el empeño del Comisario Julio L. Alsogaray, el
que logró dar por tierra una injusticia tolerada a los ojos de todos y
principalmente, de aquellos que no podían desconocerla.
El protagonista, si bien hablamos de tenebrosos -término
aplicado en los años 20 a los "Tratantes de blancas"- no fue un héroe
espectacular, fue un simple policía que comenzó su carrera a los 14 años en la
Escuela de Policía, momentos en los que el "Rufián melancólico" de
Roberto Arlt podía calcular los gastos que le demandaba la instalación de un
lenocinio...e instalarlo.
Tanto impresionó a su joven mente, la injusticia que
significaba la trata de personas, que durante los años de aprendizaje y
crecimiento se preparó para conocer en sus mínimos detalles, los caminos y
vericuetos de este negocio.
En un estilo llano para la época y no exento de emoción y
sorpresas, nos relató esas experiencias primeras, cuando intentó conciliar la
reglamentación con la realidad en la calle y con sus pares, la reglamentación
con su interpretación por parte de los jueces, la reglamentación con sus
excepciones según las necesidades políticas.
Fiel como pocos a su vocación y principios, desbarató la
mayor red de Tratantes de blancas en Argentina, con extensiones en Brasil y
otros países, la red de origen judío, conocida como la Zwy Migdal. No era la
única red de prostitución ya que las había también francesas, italianas y
españolas. Pero ciertamente fue una de las mas poderosas y la que tuvo plena inserción
social y hasta institucional, ya que sus "caftenes" ó rufianes se
hallaban asociados legalmente en la Sociedad Varsovia, reconocida oficialmente
por la Provincia de Buenos Aires, tenían sus propios cementerios privados (ya
que la comunidad judía los había expulsado de su seno) y su propia sinagoga en
la calle Córdoba al 3200, en donde realizaban parodias de casamiento, suntuosas
fiestas y cumplían los ritos de su religión.
Este libro es un documento único que demuestra, en forma
ordenada, detallada y explícita la estructura de connivencia a nivel municipal,
policial, político y judicial de los años 20, sus nombres, historias y lugares.
Sus páginas ilustran el combate por la Trata de Personas con
fines de explotación sexual y laboral.