Trilogía de la Trata de Blancas - Rufianes, Policía, Municipalidad
Prólogo de Maria Luisa Lerer

jueves, 31 de octubre de 2013

A modo de presentación



En el año 1917 la Dirección de Obras Públicas de la Municipalidad de Buenos Aires dirigida por el Intendente Joaquín Llambías (1868-1931) elabora un proyecto donde 15 hectáreas en la zona de Puerto Nuevo serian destinadas a la concentración de la actividad prostibularia. Pabellones rodeados de bellos parques y jardines,

Encuadrado en una población creciente, el esquema prostibulario de hace un siglo se exhibía evidente, ya que si bien en lo arquitectónico llegó a su máxima expresión en la elaboración del Barrio prostibulario también se ha manifestado con la plena dispersión geográfica, con zonas de exclusión y hasta en sutilezas reglamentarias como la obligación de teñir de rojo el botón de la campanilla en la puerta cancel.

En este espasmódico vaivén que deriva históricamente de la falta de reglamentaciones y control, implementación de normas hasta el extremo opuesto, el abolicionismo, fue el empeño del Comisario Julio L. Alsogaray, el que logró dar por tierra una injusticia tolerada a los ojos de todos y principalmente, de aquellos que no podían desconocerla.

El protagonista, si bien hablamos de tenebrosos -término aplicado en los años 20 a los "Tratantes de blancas"- no fue un héroe espectacular, fue un simple policía que comenzó su carrera a los 14 años en la Escuela de Policía, momentos en los que el "Rufián melancólico" de Roberto Arlt podía calcular los gastos que le demandaba la instalación de un lenocinio...e instalarlo.

Tanto impresionó a su joven mente, la injusticia que significaba la trata de personas, que durante los años de aprendizaje y crecimiento se preparó para conocer en sus mínimos detalles, los caminos y vericuetos de este negocio.

En un estilo llano para la época y no exento de emoción y sorpresas, nos relató esas experiencias primeras, cuando intentó conciliar la reglamentación con la realidad en la calle y con sus pares, la reglamentación con su interpretación por parte de los jueces, la reglamentación con sus excepciones según las necesidades políticas.

Fiel como pocos a su vocación y principios, desbarató la mayor red de Tratantes de blancas en Argentina, con extensiones en Brasil y otros países, la red de origen judío, conocida como la Zwy Migdal. No era la única red de prostitución ya que las había también francesas, italianas y españolas. Pero ciertamente fue una de las mas poderosas y la que tuvo plena inserción social y hasta institucional, ya que sus "caftenes" ó rufianes se hallaban asociados legalmente en la Sociedad Varsovia, reconocida oficialmente por la Provincia de Buenos Aires, tenían sus propios cementerios privados (ya que la comunidad judía los había expulsado de su seno) y su propia sinagoga en la calle Córdoba al 3200, en donde realizaban parodias de casamiento, suntuosas fiestas y cumplían los ritos de su religión.

Este libro es un documento único que demuestra, en forma ordenada, detallada y explícita la estructura de connivencia a nivel municipal, policial, político y judicial de los años 20, sus nombres, historias y lugares.

Sus páginas ilustran el combate por la Trata de Personas con fines de explotación sexual y laboral.